Llevaba tiempo sin escribir sobre nosotros, al igual que tú sin poner nuestra canción favorita mientras revisas nuestras fotos. Será por eso de que nos gusta hacernos daño para comprobar si aún nos importamos.
Siete días de prueba amor, siete días en cinco años, hasta esos números tan pequeños me hacen daño, claro, como soy de letras...
Pero en ese tiempo no pudiste soportar el imaginar que mis sábanas olieran a otro, te atemorizaba pensar que acabara de ver en otro sofá o en otro colchón, todas esas películas que nos hemos dejado a medias, esas en las que nosotros mismos inventábamos el final.
De todas las veces que elegiste el camino fácil (o eso creíste) esta fue la más cobarde de todas, la más egoísta. Pero no es tiempo de hacer más sangre, ya solo me queda la cicatriz para recordar lo frágiles que son las promesas.
Al menos has aprendido a curarme las secuelas que deja tu orgullo. Nunca me creí esa facilidad tuya para tachar recuerdos. Y aquí estamos otra vez, tu y yo por inercia, km0. Tú, siempre buscando el infierno, has elegido quemarte conmigo.
Y ahora continuemos con esto de olvidarnos del resto del mundo, del frío de otros brazos, de lo seco de otros labios. Sigamos con nuestra fotosíntesis particular, yo te ilumino, tú me riegas, nos alimentamos...