La chica de los huracanes en el pelo en el principio se
resistía a caer.
Pero todo él era campo gravitatorio, y poco se puede hacer
contra las leyes de la naturaleza.
Y ella le hizo ley.
Se tiró.
Sin paracaídas, sin protección. Conociendo la inseguridad de volar junto a él,
Que vendía humo… Sabiendo que allí abajo el suelo era duro. Prefirió flotar. Y
se ahogaba cada noche en cada una de sus canas.
De pronto la tierra. De pie. Aún le quedan cinco vidas. Pero
duele. Todo son escombros. Todo ruinas.
Él la quiere, pero no sobre todas las cosas, ni si quiera
por encima de él. La ama tanto como para no querer que se vaya. Pero tan poco
como para desear que otras le deseen.
Y ella se aleja. Bajar la guardia solo la arrastra a todas sus
heridas. Tiene el alma llena de grietas y abismos, de tanto intentar vaciarse de sus mentiras. Lo intenta.
Insiste. Imposible.
Y se mata con él como hace con el tabaco.
Amar puede matar.
Amar perjudica gravemente su salud y la de los que están a
su alrededor.
Él era pura nicotina. Y ella nunca había sido más adicta en
toda su vida.
Será que la autodestrucción va ligada a los sentimientos.
Sabía que era contraproducente, perjudicial. Sabía que le iba a doler tanto
placer. Pero se creía capaz de salvarle de todos sus infiernos. De recomponerle.
En lugar de ello se hundía con él en su oscuridad, en cada uno
de sus muerdos, cada vez que su sonrisa le atravesaba la ropa interior.
Incendiando su cama. Y a la mañana siguiente las cenizas aún quemaban.
Aún arden.
Y nunca termina lo que nunca acaba de quemarte
Joe Cris, que bonito....y que lástima que tengamos que pasar por esto a través de quien más nos duele....
ResponderEliminarTe has vuelto a superar. Que grande eres.
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