No soy un sujeto de esos que se
están constantemente analizando. Suelen hacerlo por mí las personas que me
conocen o creen que me conocen, y entonces yo les doy o les quito la razón. Y
una de las personas que más me conoce en el mundo me dijo una vez que yo era
una montaña rusa de sentimientos, extremadamente emocional y arriesgadamente intensa.
Y le di la razón.
Si algo me hace feliz me
emborracho de euforia, y hasta lloro de risa, si algo me pone triste me lleva
hasta el subsuelo y lloro de abrumador dolor. Y de igual manera se me da bien
pasar del suelo al cielo y viceversa. Y vivir cada instante de mi vida con
pasión.
Eso hace que hoy me sienta
especialmente emocionada al darme cuenta de lo mágica que son algunas personas,
sobre todas esas que te paras a escucharlas y te das cuenta de que tienen un
genio encerrado en su cabeza, y si la sabes frotar hasta se dejan ver. Hay conversaciones
tan excéntricas y maravillosas como su orador. Las personas raras son mis
preferidas, por lo general son las que más te pueden enseñar, y te pueden
aportar una visión del mundo mucho más mística, diferente, y esperanzadora que
el resto.
Por ejemplo ayer tuve una
conversación con una persona rara y dijo una frase preciosa, hablábamos, o más
que hablar hacíamos un llamamiento al arte, porque creemos, puede salvar al
mundo, y entonces dijo, “¿Te das cuenta que si no existiera el capitalismo la
tierra estaría llena de pintores?”.
Y si no entendéis la frase, si al
leerla ni si quiera sonreís, es que necesitáis hablar con muchas más personas
raras, y sobre todo, escuchadlas.
A parte de esta alegría desmesurada
por saberme conocedora de gente tan magnífica, y como experta en el arte de la
contradicción, me siento abatida por ciertas ausencias en general y por una en
particular. Esa persona con capacidad de arreglarme los días rotos.
Solo eso.
Que te quiero.
Sonrío con cada entrada que públicas :)
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