13 may 2012

La Alameda.

Al sitio más mágico de esta ciudad le sienta bien la primavera y viceversa.
La Alameda se vistió de conciencia social anoche para albergar cuerpos sedientos de Democracia y otros licores.
Curioso que me sienta como en casa en el paseo que no conoce tu risa ni mis ansias.
Sentarse en un banco y simplemente respirar, se me antoja terciopelo. Manos acariciando cuerdas, caricias haciendo música, canciones que te cuentan historias renacidas.
Supongo que esto pasará con  todos los lugares que hace de quimeras para poetas y luchadores.
Cerré los ojos y sentí el aliento de los árboles y el susurro de litronas rozando labios revolucionarios.
Algunos uniformes vigilaba nuestras gargantas con ganas de revanchas, de destruir utopías.
Pero la libertad ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Coge altura. Deja señales.